Cambios bruscos
Reanudaron las excavaciones aunque tenían que ir de manera muy lenta, ya que las temperaturas que se iban encontrando a su paso eran tremendamente extremas. Los científicos intentaban averiguar los próximos movimientos, pero en repetidas ocasiones sus cálculos fracasaban dadas las circunstancias. Para que os hagáis una idea, los científicos y especialistas en la materia habían calculado que por aquel entonces donde andaban estarían a unos 100 grados Celsius y las temperaturas reales a las que se veían sometidos fueron más de 180 grados Celsius, por lo que os podréis imaginar cómo estaban saliendo las cosas.
Todavía quedaba mucho
Entre las altas temperaturas y todos los demás problemas que se iban encontrando a su paso, todo se les estaba complicando demasiado. El hecho de que estuvieran a tan extremas temperaturas, hacían que los materiales con los que se encontraban respondieran de maneras muy extrañas, totalmente diferentes a como lo hacen en la superficie. Esto tenía un grave riesgo, ya que muchos de ellos eran más ligeros y eso podía provocar que en cualquier momento se produjera un nuevo derrumbe y tirase por tierra toda la información que habían conseguido hasta ahora, nunca mejor dicho.